Cuando yo tenía aproximadamente como 11 ó 12 años, yo limpiaba zapatos, y anduve por muchas calles de mi ciudad, tengo muy lindos recuerdos de esos dias, sobretodo uno en especial, fue el primer dia en el que salí a la calle con mi caja de limpiabotas, por la que tenía a mi papá ¨al cojer la loma¨, ya que mi amigo Leo, un amigo de mi infancia, me estaba cobrando cinco pesos para fabricarla, imagimense ustedes, 5 pesos en ese entonces, era la merienda de dos semanas para mi.
Luego de mucho atacar a papi para que me diera los dichosos cinco pesos, me los dio, y juyendo!!! pa’ donde Leo, para que me fabricara la caja de limpiar zapatos.
Leo se tomó como una semana para hacerme la caja de limpiabotas.., dios!!!! que semana más larga. Cuando llegó el gran día, me entregaron mi caja de limpiabotas y estaba yo horondo, me reía con la muela de atra’, y mi mamá, que todo el tiempo se opuso a que yo saliera a la calle a limpiar zapatos, vió el diablo, cuando yo llegué con mi cajita de limpiabotas a la casa, ahí cojí yo, ooootra lucha con mami, ahora para que me dejara salir a limpiar zapatos, porque ella decía que yo no tenia necesidad de salir a limpiar zapatos a la calle, pero yo quería hacerlo, porque mi papá, tambien lo hizo cuando era niño, y yo quería hacer todo lo que mi papá habia hecho en su niñez, porque yo quería ser igual a mi papá, porque el era, es y será mi lider.
Nada!!!, luego de par´de semanas convencí a mi mamá, y salí a limpiar zapatos a la calle, comencé por el barrio, y andando y andando, terminé en el parque central, cuando eso, «las limpia», se cobraban a peso, y ese dia del que les hablo más arriba de estas líneas, limpié 10 pares de zapatos, que eran 10 pesos, luego de terminar, cojí la Beller pa´arriba, y llegué a mi casa, contentísimo, agarré los cuartos, y con ellos hice, dizque un cumpleaños, donde yo era el que cumplía años y el invitado tambien, compré de to´, en siendo dulces, galleticas, palito de queso, de la marca Estrella, ¿se acuerdan?, quinielas, que eran como unas galletas de harina, cuadradas medio grande, que la vendían detalladas, que ni me acuerdo el precio, compré como 4 ó 5 chocalates de unos que eran larguitos y que venían envueltos en un papel rojo, que más que chocalate, era una galleta larguita, «bañada» en chocalate, que se llamaban vitalidad, hay dios!!! cuanto me gocé mi «cumpleaños» con los cuartos que me gané limpiando zapatos.
Yo tengo buenos recuerdos, pero tambien tengo malos y desagradables recuerdos. Recuerdo un sábado que salí a limpiar zapatos, bien temprano, y recuerdo que iba yo boceando por la calle, liiiimmmpiaaa booota!!!, a todo pulmón, y por ahí, por la calle Cardenal Sancha, entre la calle 27 de Febrero y la Presidente Vásquez, me llama una mujer, limpia bota!!, ven acá, y cuando voy yo, bien contento pa’ donde la mujer, digame doña, me responde ella, ven limpiame estos zapatos, le digo yo, ta’ bien traigalo, y me siento un ratico afuera en la calzada frente a la casa, y después de unos minutos, viene la mujer, con un viaje de zapatos, dije yo por dentro de mi: Bueeeno!!! aquí hago yo mi sábado. Na’, arranco yo a limpiar zapatos, y limpia zapatos, y limpia zapatos, y entre ellos, habían unos pares de zapatos blancos, que por cierto, se limpiaban más caro, porque esos, se limpiaban, y supongo que aun es así, con una crema, que venía en un tubo, que parecía una pasta de diente, y había que dedicarle tiempo, esos pares me los trajo de ella, de último, dije yo de nuevo por dentro de mi: Ya!!!, de aquí pa’ mi casa, porque estos pares de zapatos blanco, y con to’ los otros, yo no necesito seguir boceando en la calle, y el Lunes me voy con muchos cuartos para el colegio, para la merienda.
Pues nada, para no hacerle largo el cuento, cuando termino de limpiar todos los zapatos, que eran como 15, llamo a la mujer, doooña!!, venga que ya terminé, y viene ella, toda ella, y recoge sus zapatos, pero dejó los blancos, de último, porque todavía no estaban secos, y había que dejarlos un ratico más en el sol.
Cuando de allá pa’ ca, viene a pagarme, ¿ustedes saben con cuanto se apareció la mujer?, y yo contento esperando mis cuartos, que los tenia bien calculaditos, eran 19 pesos, porque los marrones y los negros eran a peso, y los blanco a 4 pesos. La mujer viene y me pagó 6 pesos, y le digo yo: Pero doña, son 19 pesos, y me dice ella: ¿Cuaaantos??, ¿po’ tu ta’ loco muchachito?. Hay que cuerda!!!, como yo vi que por la forma en que me dijo eso, no me los pagaría, le dije yo: Nooo, ta’ bien doña, y en eso entró para dentro de la casa, y ya me había pagado los 6 pesos, en ese momento, cojí la brocha de limpiar los zapatos negros, y como estaba sucia de líquido, agarré y le ensucié completico los zapatos blanco que estaban ahí en el sol, y agarré la 27 ba’ bajo, a mil por hora…….Tovadía creo yo que me anda buscando, de eso hacen como 20 años.
Estos son sólo 2 cortas historias de los muchos recuerdos que tengo, de cuando yo limpiaba zapatos.
Los que son de Puerto Plata, saben cuales son las calles que menciono en la última historia.
Uno de estos dias, les voy a contar otra historia de cuando yo vendia morcilla y carne frita en la calle.